Ni en vacaciones puede un agente secreto estar tranquilo. Mi familia asignada ha ido a Andalucía unos días y, evidentemente, se han llevado a su mascota. Todo normal hasta que, debido al fuerte calor que hacía por esas latitudes, en nuestra visita a Arcos, me compraron un sombrero para protegerme del sol. Ahí empezaron mis problemas. Los esbirros del Dr. Doofenshmirtz no tardaron en reconocerme y empezaron mis problemas. En unos minutos ya me habían atrapado por primera vez, siendo rescatado por Víctor, que no entendía que pasaba.
Tras este primer percance, continuamos nuestra visita haciéndonos las fotos habituales de humano y mascota dirigiéndose a la plaza del Cabildo.
Aun no he logrado saber como, me cogieron por la cola y me pusieron al borde del balcón para intentar que cayera al vacío. Suerte que Víctor volvió a aparecer por allí y tras darme una reprimenda por asomarme tanto, me cogió y nos hicimos la foto familiar.
Mientras seguíamos visitando y fotografiando el pueblo, yo debía ir escondiéndome a cada momento para despistar a mis malvados perseguidores.
Pensaba que durante la cena iba a estar más tranquilo, pero suerte que estoy alerta y me dio tiempo justo de esconderme al ver pasar a uno de los esbirros de Doof disfrazado de camarero.
En fin, como decía al principio, no puede uno descansar nunca. El mal acecha en cualquier lugar. Tras la cena dimos por acabada la visita a Arcos aunque antes de llegar al coche aún tuve que correr para escapar de nuevo de las garras de los malvados.
- El Agente P también se topó con Doofenshmirtz en Tortosa y en el Parc del laberint.
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